El Albacete Balompié prolongó su buen momento con una actuación cargada de fútbol y coraje en la que superó al Rayo Vallecano y se demostró a sí mismo, de nuevo, que puede competir y vencer a cualquier equipo de la categoría y algo muy importante: que está recorriendo el camino correcto.
El choque se inició con un ritmo espeso, sin ocasiones de gol en las áreas ni excesivas jugadas trenzadas. Las defensas se imponían a los ataques y el Alba trataba de carburar haciéndose fuerte en el medio y creando superioridades en banda para que un activo e inspirado Álvaro Jiménez buscase situaciones de peligro. El Rayo por su parte también luchaba por la posesión y el control de la bola, aunque sin plantarse en los dominios de Tomeu Nadal.
Y cuando todo estaba predispuesto para que no se alterase el marcador en la primera parte apareció, como ante el Sabadell, el balón parado desde el lateral para que el Alba se creciera. En el minuto 44, Fran García botó una falta que, tras una lucha hercúlea en el área rayista, cazó Boyomo para inaugurar el electrónico. Sin casi tiempo para celebraciones, el árbitro decretó el descanso y el Albacete encaraba 45 minutos de vértigo.
Como si no hubiera habido parón, el cuadro de Aritz volvió de vestuarios enérgico y hambriento. Y el premio no tardó en llegar. En el minuto 48, Eddy Silvestre voleó de manera muy plástica una dejada de cabeza de Zozulia , doblando así la ventaja local.
El Alba pudo incluso marcar un tercero pero enfrente tenía un muy buen equipo con pólvora arriba y talento en el centro que buscó sin dilación entrar de nuevo en el choque. El conjunto rayista apretó y, pese al buen hacer de los blancos, en el minuto 80 logró reducir distancias.
A partir de ahí los blancos dieron una lección de resiliencia y aguantaron el marcador, con la inestimable y perenne ayuda de un Tomeu Nadal que intervino en los instantes finales para amarrar un triunfo tan merecido como importante.
