Caída y de nuevo auge
Aunque tras ellos vendría uno de los momentos más tristes de nuestro club. En 1951, y debido a una grave situación económica, el equipo no reúne el dinero necesario para poder competir, por lo que ese año la ciudad de Albacete se queda sin fútbol de competición. En la temporada siguiente, tras arduos esfuerzos, el Albacete Balompié logra volver a competir, en Tercera División y bajo la presidencia de Antonio Soler, gran precursor del movimiento para que el Alba volviera a tener un equipo. Tras ello llegaron unos años de estabilidad en el que nuestro Alba roza en alguna temporada el ascenso de categoría, aunque la vuelta a las buenas noticias no se haría mucho de esperar y a finales de la decada de los cincuenta, el Club volvería a tomar impulso.
En 1959, con la finalidad de dar un impulso al Club, se empieza a engendrar la idea de un nuevo estadio en la ciudad. Precursor de dicha idea fue Carlos Belmonte, arquitecto y en ese momento alcalde de la ciudad, diseña el proyecto, con el fin no solo de que el Alba tuviera un mejor recinto en el que disputar sus partidos como local, sino que además la gente de la ciudad tuviese un lugar para la práctica del deporte. Así, el estadio tendría además del campo de fútbol con sus medidas reglamentarias, unas pistas de atletismo y una instalación polideportiva anexa. El estadio se bautizó con el nombre de su precursor y diseñador.
EL 9 de septiembre de 1960, con un partido entre nuestro Alba y el Sevilla FC, se inaugura el estadio, que no tardaría en vivir su primer gran éxito, ya que en la primera temporada con el Carlos Belmonte se consigue un nuevo ascenso a la segunda categoría.