Hablábamos en la previa de entre tanta llanura de empate, el Alba quería escalar para sumar más de un punto. Pero ni el fútbol ni la escalada es sencilla, y más si de repente, al inicio del trayecto, te encuentras con una enorme pendiente cuesta arriba.
Porque en el minuto 2 el Eibar tuvo una falta a favor en la frontal de nuestra área que en el 3 convirtió en gol. Y no fue a balón parado. El rebote de dicha acción acabó en las botas de Mada, que se sacó un potentísimo y certero disparo que acabó en las redes manchegas.
Con desventaja en el marcador y en uno de los campos menos proclives para el visitante, pintaban bastos sobre Ipurúa. Pero el Alba dibujó su destino y fue convencido de sí mismo y de sus posibilidades.
El equipo blanco se fue estirando, desperezando, olvidándose de la situación y centrándose en la solución, que pasaba por atacar, atacar e insistir. Morci, de nuevo activo y eléctrico, fue un constante martillo desde su banda, con eslalons, regates, asistencias y tiros a puerta. Rozó el gol, rozó la asistencia y tocó en numerosas ocasiones la zona de peligro.
A principios de semana, desde la Tienda Oficial del Albacete Balompié, informaron al club que ya se había adquirido, por parte de algún albacetista, la camiseta con la serigrafía “Kofane 35”, que es como el bautismo como jugador albacetista. Ya no solo has jugado con la zamarra manchega, también alguien ha decidido lucir tu nombre con orgullo.
Y esta semana sin duda se podrá hacer. Porque el delantero volvió a jugar un partido más que notable. Quizá no quede tanto en el recuerdo como su debut, pero posiblemente su actuación sea aún mejor. Kofane no marcó pero luchó, descargó con inteligencia, forzó a los rivales y miró a puerta con colmillo. Y fue clave en el empate. El ’35’ presionó, robó la bola y la cedió a Fidel. El talentoso ’10’ hizo lo que acostumbra, asistió con tino al espacio y ahí estaba Javi Rueda: raudo, valiente, acertado. Tiro cruzado, balón a las mallas y tercer tanto del lateral con alma de delantero.
Era el minuto 49, quedaba mucho partido por delante y en el césped estaban dos equipos con hambre. Porque el Eibar respondió con altura y buscó la meta. Pero ahí vimos, por segunda jornada consecutiva, a un albacetista debutar con entereza. Pepe Sánchez, principal novedad en el once, se estrenó de forma sobresaliente. Sobrio en el juego, seguro en todas las acciones y con varios cortes providenciales ante las acometidas locales.
Y cuando la bola llegaba entre palos, ahí estaba Lizoain, guardando la meta con cerrojo de siete llaves. Con las manos o con los pies, el cancerbero desbarató varias llegadas armeras.
El Alba, cuando llegó, también lo hizo con peligro. Morci nuevamente, especialmente con un tiro tan cercano a la meta que el efecto óptico hizo creer, durante unas inolvidables décimas de segundo, que entró. Quiles, Fidel o Juanma también enfilaron la meta vasca, pero el marcador no se movió y el cuadro blanca alcanza los 28 puntos a mediados de enero.



































