En un partido al rojo vivo, con una intensidad tan alta como el nivel de ambos equipos, el Alba dio una clase magistral de cómo esquiar en las cordilleras más afiladas. Se plantó en el Alto Aragón, un lugar que llevaba sin ver un gol en contra 92 días y cinco partidos seguidos, uno detrás de otro, sin complejos y equipado a la perfección.
Un dato que podría abrumar a cualquier visitante a El Alcoraz, incluso intimidar, pero no a este Alba. El término canalleta, tan libre de entendimiento como libre de espíritu juega este equipo, es rotundo para esta escuadra y especialmente para el partido de esta noche. Si alguna vez la RAE lo admite como palabra común, sin duda podría aparecer este grupo como pie de foto adjunta a su acepción.
Porque gozar de una ocasión a los pocos minutos es muy canalleta. Y jugar con ese desparpajo, rozando lo inconsciente, también. El Alba arrancó valiente como siempre, dominando de manera clara, obligando a los locales a emplearse a fondo y subir las revoluciones. Ocasiones de Fuster, Mesa o Higinio marcaban un camino: la portería rival.
Cada segundo que pasaba, el partido iba ganado en emoción y vistosidad. El Alba no aflojaba y el cuadro oscense, tampoco. El balón pasaba de unas inmediaciones a otras saltándose el centro del campo sin ningún reparo ni dilación. En el minuto 41, Juanma culminó una gran jugada coral con un elegante toque que acabó dando la razón al dicho. Porque antes de llover, chispea.
El cancerbero azulgrana despejó a córner y ese córner concluyó, tras un extraordinario movimiento en el área, en el séptimo gol de Higinio. De las últimas cinco jornadas, el calasparreño ha visto puerta en cuatro. Casi nada. Para recordarle al ’12’ los guarismos del Huesca en casa.
La segunda parte arrancó igual de intensa, pero más agría para nuestro paladar. El equipo aragonés igualó al poco de reanudarse el choque con un cabezazo de Blasco. Ese tanto encorajinó a los locales pero no ablandó a los visitantes. Varias fueron las llegadas de peligro por parte de los oscenses, todas ellas abortadas por la zaga blanca. El Albacete se estiró hasta llegar al área rival. Mesa, Juanma o Fuster tuvieron cerca el gol, pero el marcador no se movió, pese al empujón final del Alba.
Finalmente, cada equipo empaquetó un punto y el Alba, una vez más, superó un gran reto del que sale reforzado. Ahora, tras equiparse del frío, vuelta al calor del Belmonte.