El Alba demostró esta noche de lo que es capaz ganando en uno de los estadios más complicados de La Liga SmartBank y lo hizo dando una lección de garra, pasión y solidez, dejando además su meta a cero ante un potente rival. No en vano, el Huesca contaba sus partidos en casa por victorias.
Un arranque eléctrico y fulgurante permitió a los nuestros adelantarse en el marcador poco después del pitido inicial. Cuando no se había llegado al primer minuto, Manu Fuster controló la bola y enfiló el área rival tras una gran presión de todo el equipo. El talentoso jugador albacetista, que hoy debutaba con la zamarra blanca, se internó y fue derribado. Tras chequear el VAR, el árbitro decretó pena máxima y Susaeta sacó su guante para alojar el cuero en la red.
Ese gol no relajó ni sació a los de Ramis, que siguieron presionando la salida del balón oscense de forma coral, ordenada y combativa. Fruto de ello, llegaron más aproximaciones de peligro, aunque sin llegar a transformarse en gol. El equipo del Alto Aragón se estiró y demostró sus grandes cualidades, llegando también a los dominios de Tomeu Nadal. Las ocasiones llegaban y tanto el sistema defensivo como, por enésima ocasión, un brillante Tomeu, desbarataban todas las llegadas oscenses.
La segunda parte fue un frenesí de fútbol y ocasiones. Como ocurriera en el primer acto, el Alba arrancó proactivo y convencido de poder doblar su ventaja. Zozulia, Olabe o Fran García tiraron a puerta con serio peligro, pero sin fortuna final. En la otra parte, la Sociedad Deportiva Huesca apretaba más y más en busca de la igualada ante su público, pero de nuevo la defensa del Alba y Tomeu, junto a los travesaños de la meta, mantuvieron el cerrojo a salvo.
En los últimos compases, con carrusel de cambios incluido, el partido no tuvo tregua, pero el Alba sacó a relucir su temple para atar un triunfo vital con el que recuperar sensaciones y sumar, de paso, su segundo triunfo consecutivo a domicilio.
