El Alba es el Alba
En la salud y en la enfermedad. Y en ambos estados es muy Alba. Y hoy fue muy Alba, a la misma intensidad que lo estaba siendo estas semanas atrás.
Porque la única manera de ser más Alba, en la enfermedad, que llevar tres partidos sin marcar es romper la racha en el cuarto partido anotando cuatro goles, como cuatro soles. En el epílogo del verano. A la orilla del cantábrico. Y encima marcarlos todos en el mismo acto.
La primer mitad,
con dominio y ocasiones, fue estéril en goles. Riki lo rozó, Agus lo intentó y Quiles lo probó. Pero todos ellos tenían hoy un papel estelar en la anotación que iba más encaminado a la construcción. Porque cuando el Alba es muy Alba, también es esteta.
La segunda parte la dominó el Alba
y la protagonizó la belleza. La de sus jugadas, la de sus goles, la de su felicidad. Solo habían pasado cuatro minutos de la reanudación cuando Quiles se sacó, en línea de tres cuartos, un taconazo soberbio, de los de sacar el pañuelo. De los que en la NBA hubiesen parado el partido para dar un obsequio conmemorativo.
Agus Medina fue el receptor de ese regalo y su respuesta no se quedó a la zaga. Centro medido que remató brillantemente Juanma García. Balón a la cabeza y luego a la tripa para dedicárselo a Daniela García, que dentro de poco vendrá al mundo como una nueva albacetista.
El Alba se adelantó pero no frenó
tuvo una clara ocasión para doblar ventaja pero en el minuto 72, mazazo. Puric cabeceó un centro lateral e igualó la contienda.
La respuesta del Alba fue muy bonita. Yendo con todo. Primero Riki con un disparo certero que el portero rozó para enviar al palo y luego, con la exaltación. Higinio culminó con un golazo una jugada personal de 10, aunque propia de lo que es: un gran ‘9’.
El gol trajo alegría pero no sació el apetito
El equipo manchego supo manejar la ventaja al igual que lo hizo tras el empate y no solo frenó las acometidas locales sino que en el descuento, llegaron dos goles. En el 91, Javi Rueda se fue esquinando mientras buscaba el hueco perfecto para alojar el balón en red. Lo encontró y se sacó un disparo seco, franco, con el que dobló la ventaja. Pero aún había más, que diría aquel. En la revuelta final de la última jugada en el área, Juan María Alcedo cazó la bola, selló el triunfo, y nos dejó a todos un hormigueo que denota salud y alegría.