En un partido sin mucho artificio, que no quedará ni mucho menos guardado en la retina, el Alba no pudo sumar en el siempre complicado Carlos Tartiere. Un gol poco antes del intermedio, por parte de Nacho Vidal en el minuto 42, desequilibró la balanza de un duelo cuyo peso estuvo repartido aunque las llegadas de mayor peligro fueron locales.
Y las primeras, también. Tras un inicio sin mordiente en ningún flanco, el Real Oviedo se estiró y probó a Lizoain. La respuesta del cancerbero fue contundente, evitando cualquier peligro y la del equipo en general fue buscar la contra con velocidad, lo que conllevó alguna aproximación aunque sin traducción en ocasión. Lazo, novedad en el once, conectaba entre líneas el centro del campo con el ataque, Pablo buscaba huecos con desborde e Higinio alguna ventana hacia la meta local.
Todo se desarrollaba sin especial impacto hasta que en el 42 apareció para cabecear un defensor, creando sorpresa y gol. De ahí al descanso poco se vio.
En la segunda mitad el Alba salió con las ideas claras y el punto de mira en el área rival. En la propia, mandaba un imperial Lalo que pese a la derrota volvió a significarse en la zaga. Morci, Juanma, Pablo o Higinio buscaban la igualada, pero el equilibrio, como en la canción, fue imposible.
El marcador no se movió y el Albacete vuelve a irse de vacío tras un largo viaje sin final feliz.










































