El Alba llegaba a León con la estadística como pista. Los dos anteriores enfrentamientos ligueros entre culturalistas y albacetistas se habían saldado con empate sin goles. Parecía el sino del partido si no pasaba nada extraordinario. Y este lunes no se recordará por sucesos extraordinarios.
El cuadro blanco, hoy granate, sumó a domicilio tras una noche seria en la que el Albacete mereció por momentos y claridad de ocasiones algún gol pero en el que las fuerzas entre ambas escuadras estuvieron igualadas en un balance total.
La primera parte, puramente manchega, bien pudo ser el lapso en la que cambiar el marcador. El equipo de Alberto salió enérgico, con olfato y ganas de ser protagonista. Tocaba y circulaba por campo rival con naturalidad y sin ambages. Pero paradójicamente, su mejor ocasión llegó en campo propio.
En el minuto 6, Ale cedió para Morci en terreno albaceteño y el atacante vasco no se lo pensó dos veces, disparo atinado desde más de cincuenta metros que repelió el larguero cuando se olía otra acción de Morci para el recuerdo.
Poco después fue Puertas quien estuvo cerca. El ‘7’ acabó una buena jugada trenzada que despejó Badia, que también apareció en otras oportunidades visitantes.
La segunda mitad fue más plana, sin tantas llegadas y más tensión según pasaba el tiempo. Y en el minuto 74 el guion sufrió un giro drástico al quedarse el Alba con diez jugadores.
Puertas, tras levantar la pierna en una jugada a balón parado fue expulsado. Once contra diez y más de un cuarto de hora por delante.
El equipo aguantó el tipo y no se sintió en inferioridad, pese a las acometidas leonesas, frenadas por la zaga o Lizoain, que ya en el descuento sacó una mano salvadora de forma brillante a un cabezazo a bocajarro.
Acción para cerrar un punto que ayuda a avanzar en el camino.











































