
Había mucha gente que, alegremente, iba diciendo por los sitios que echaba de menos LALIGA Hypermotion. Una afirmación que visto la locura de hoy, bien podía ser tildada de propia de sádicos.
Decía la poeta Rainer Maria Rilke que “hay que dejar que nos pase de todo. Lo bueno y lo horrible, y continuar, porque ninguna emocionalidad es definitiva” y así se puede resumir el duelo de sentimientos encontrados, y de nervios a flor de piel. Ocho goles, otras tantas ocasiones claras y muchos vaivenes que anticipa un curso, otro más, no apto para cualquiera, pero sí para los aguerridos corazones albacetistas, que volvieron a latir al mismo ritmo que su equipo.
El partido no pudo empezar mejor. Ni un minuto completado, primera jugada de la noche y primera alegría de la misma. A los 50 segundos, Puertas cazó la bola en su banda, prosiguió, la puso a la zona caliente del área donde estaba Agus Medina, con alma de delantero. El ‘4’ cruzó la bola y alzó las gargantas de los 377 aficionados en la zona visitante.
La ventaja no duró mucho. En el minuto 10, Embarba sacó un estruendoso golpeo de falta con el que situó el cuero en la escuadra de Mariño, que luego tendría intervenciones de mérito mayúsculo. El marcador no se movió más en la primera parte, como esperando dejar todo para un segundo tiempo difícil de condensar.
Porque ocurrió casi todo lo que puede pasar en un partido de fútbol. Primero, con cambios en ambos bandos, y luego con la esquizofrenia goleadora. En el minuto 51, Lopy engancho un disparo desde fuera del área que acabó dentro. Ahí, viéndose remontado, es donde muchos equipos se enervan. Pero no este, no así. En el 59, el delantero que portaba el ‘4’ volvió a hacer de las suyas. Enorme golpeo de primeras, y a media altura, de Agus para sellar el 2-2. El Albacete no se quedó ahí y solo siete minutos después, buco de nuevo la red almeriense. Antonio Puertas cabeceó con tino un buen centro de Morci. 2-3 y mucho por delante.
El Alba aguantó y aguantó pero en el minuto 80 sufrió un penalti en contra que Arribas transformó. Otro revés difícil de digerir pero que el Alba engulló con ansia. Casi en la siguiente jugada, Morci se fue como una exhalación hacia territorio indálico, puso la bola y la recibió de buena gana Dani Escriche, que clavó un testarazo inapelable.
El partido tenía reservado una traca final y el descuento fue ese momento. Cuando más duele. En el minuto 100, Baptistao se anticipó en el área para repartir los puntos entre dos equipos que dieron un gran espectáculo a los aficionados neutrales y un quebradero de cabeza a los afectados.
Con todo, por todo, el mejor resumen que se puede hacer del partido es que la afición manchega desplazada cantó tras el final, en una sola voz, algo de lo que alegrarse “Orgullosos de nuestros jugadores”


























