Punto que se tuvo que masticar, pero que deja buen sabor de boca. Y es que este Alba sabe hacer muchas cosas. Y sufrir, también. Un equipo con personalidad que se ha sabido dominador en la inmensa mayoría de los partidos y que hoy, en los ratos en los que el rival ha empujado, ha mostrado su cara manchada y ha podido aguantar con entereza y valentía.
Porque con a todo el músculo del Eibar, su fuerza y la presión continua, el equipo no hizo ascos a mirar a puerta contraria, pese a que tenía menos facilidad para llegar al área armera. Ese desparpajo, mezcla de bisoñez por ser recién ascendido y del arrojo propio de un equipo con una idea muy clara, le relanzó sobre el arco local. Fruto de ello, en la media hora de partido, Dubasin se hizo su hueco en zona franca y fue derribado. Pena máxima y con Maikel Mesa en el campo, por supuesto, gol.
Pero el fútbol te da y te quita y en la prolongación antes del descanso, fue el Eibar el que tuvo un penalti. Corpas no erró y las tablas volvieron al marcador.
La segunda mitad fue muy intensa. Dos conjuntos en zona alta bregaban por hacerse con el dominio. El equipo vasco tuvo más control y llegada, pero la defensa desbarató cada intentona, con el eje habitual y luego con el apoyo inestimable de Glauder, que en el tiempo que estuvo dio un clinic de colocación y seguridad.
El Alba aguantó y aguantó, inasequible al desaliento y aprovechando cada bocanada para tratar de desequilibrarla la balanza. Dubasin, participativo como siempre y peligroso como de costumbre. Tras forzar el penalti y rozar el gol, en la segunda mitad volvió a arrancar los “Uys” de los locos albacetistas que estaban en la grada.
El partido se cerró en área local, con una ocasión del Alba que a punto estuvo de convertir Higinio en gol. El meta y la zaga eibarresa alejó la bola y ahí se acabó un choque que hace crecer al equipo.