Hoy no juega el Alba, hoy juega Albacete. Como entidad, como cuidad, como provincia y como término que aglutina una idea: el albacetismo. La Copa del Rey, tantos años lunar en el curso, vuelve a dejar huella en el Carlos Belmonte con un partido con solera, con enjundia, con aroma a fútbol de siempre y para siempre.
Desde las 19h, el Alba juega en casa la ronda dieciseisavos de final del torneo de KO ante un equipo de máxima categoría y de rango europeo: el Real Club Celta de Vigo.
Para resumir un poco sobre el cuadro gallego y su estado de forma podríamos decir que sus dos últimos partidos de LALIGA han sido contra el Real Madrid y el Athletic Club de Bilbao y que ambos los ha ganado sin recibir gol. O que marcha octavo en la tabla clasificatoria. O que compagina con buen hacer las obligaciones ligueras con el desempeño en la UEFA Europa League.
Todas esas afirmaciones acotan a un gran equipo con una identidad definida, trabajada, exitosa. Fútbol de toque, cuidado casi de manera artesanal y con jugadores idóneos para ejecutarlo de manera atractiva. Llegan a Albacete tras sufrir en la anterior ronda (pasaron por penaltis al empatar a domicilio vs UE Sant Andreu) por lo que por encima de todo lo que ya hemos explicado, la clave es que son perfectamente conscientes de la dificultades de la Copa del Rey.
Y más en el Belmonte ante un equipo que quiere dar una alegría a su afición, acicate aún más motivador que el propio hecho de pasar de ronda. El Albacete Balompié, sabedor que las habichuela se juegan en LALIGA, quiere darse una apetitosa sobremesa en un partido que ilusiona a propios y extraños en la ciudad. Cuatro años sin albergar un partido de Copa del Rey, catorce sin hacerlo en estas ronda.
Es mucho tiempo y muchas cosas entre medias, por eso lo de hoy se disfruta de manera diferente y se afronta de forma distinta: aislando lo lúdico y centrándose en que este equipo es capaz de vencer y pasar.